7 de mayo de 2012

Playlist Electrónica

Esta playlist es meterse en camisa de once varas porque, en realidad, es como si me pongo a hacer una lista de hip hop [MCA rest in peace] o de música clásica, que no tengo ni pajolera idea, pero me apetece mucho hacerla para desquitarme por no haberme pegado unos bailes en condiciones en el festival SOS 4.8 junto a toda esa chavalería (y no tan chavales) que llevaba gafas de sol por la noche, para que la gente pasase por al lado y dijera: "uuuuuuh cómo van esos", y que fuera mentira, porque eso de drogarse lo hacen quienes quieren y haberlo haylo en todas partes, sólo que hay algunos que disimulan más.


Hoy en día creo que se han perdido muchos prejuicios por toda esa generación acostumbrada ya a conseguir música de internet y mezclarla en el iPod sin importar el cómo y el por qué. Sin embargo, "en mi época", si te gustaba cierto tipo de música, no te podía gustar la electrónica, más que nada porque se asociaba electrónica a bakalao y todo lo que eso conllevaba.
Algunos se han quedado antiguos y todavía se han quedado con esa idea, otros se pasan de modernos y reivindican ahora el valor de algo de lo que antes echaban pestes, y a otros "nos la trufa", con perdón, y nos parece que hacer que en Japón canten "la tía Enriqueta que va por Favareta montada en bicicleta" es más surrealista que Dadá.

Algunos, aunque nos resistimos, nos fuimos haciendo a la música electrónica gracias a DJs pensados para gente que no ha ido de rave en su vida (yo lo intenté dos veces en mis años mozos, atravesando polígonos y campos de naranjos, y las dos veces resultó que la policía apareció antes de que pudiese llegar al sitio "secreto", así que desde siempre he sabido que eso no es para mí). Andrew Weatherall, Erol Alkan o los 2 Many DJ's se lo ponen fácil a los que no distinguen entre el minimal techno y el electro beat. David Holmes me enganchó en el espacio de radio de Paco Pérez Bryan -donde yo pensaba que estaba a salvo porque ponían Nirvana y esas cosas- con una versión de este "Don't die just yet" que duraba medio programa. Con esto a mí me entraba un "flipamiento" los sábados y domingos después de comer que no me hacía falta nada más. Cierto que gran parte del mérito es del Histoire de Melody Nelson de Serge Gainsbourg, pero hay que reconocer que Holmes es un alumno aventajado. Recuerdo una sesión suya en Benicàssim casi a las siete de la mañana, tirados en el césped por no poder más (¡sin tomar nada, amigos!) y ese gran documento del momento: las dos fotos que hizo Miquel desde el mismo sitio (no existían las cámaras digitales ni la función panorámica), con la luna en la imagen de la parte derecha y el sol en la de la izquierda.
Jeff Mills
Me di cuenta de que eso de la electrónica tenía mucha tela, de que hay para todos los gustos y de que va muy bien para concentrarse -ya sea para conducir, estudiar, trabajar o dejar la mente en blanco. Me venía muy bien que el Sónar coincidiese casi siempre con exámenes porque así escuchaba la retransmisión mientras estudiaba. Nunca he ido a ese festival pero es como si sí que hubiera estado allí viendo a Jeff Mills porque él iba todos los años, lo cual a mí me parecía fantástico porque luego me veía los reportajes en el Canal 33 y veía sus brazos, que me fascinan. No sé si pincha bien o no, imagino que sí, pero esas manos y esas venas me tienen hipnotizá. Una cosa de esas tontas que le pueden pasar a cualquiera. Se supone que Krafwerk, con su The Man Machine y temas como "The Model", fueron los padres de la electrónica, sin embargo, no sé por qué me parece que a los alemanes se los han quedado los amantes del pop en lugar de los músicos que les han tomado el relevo. No recuerdo si en el documental The Creation of Techno Music se les mencionaba pero, en cualquier caso, es un pedazo de trabajo en el que se explica cómo surgió todo el movimiento techno de Detroit, con sus distintas fases y protagonistas, desde Derrick May hasta Ritchie Hawtin, ese hombre que parece que haya hecho un pacto con el diablo o que sea una estatua de cera. Supongo que los Krafwerk serán como los Lumière del cine, ellos pusieron la cámara para grabar la llegada del tren pero el resto es historia... A veces creo que tendría que haber sido jurado de Operación Triunfo o algo así. Mi gusto no es nada refinado, pese a que haya gente a la que se lo pueda parecer, reconozco que no tengo criterio o lo que es lo mismo: "lo mismo me da ocho que ochenta", pero tengo una tendencia innata a que me guste lo que triunfa. Hawtin es un ejemplo. Cada vez que he ido al Fabric y ha pinchado él -a saber a qué hora y entre no sé cuántos otros djs- es el único que he sabido quién era, y no porque sea el más famoso sino porque siempre me ha gustado y he ido a preguntarle a Nacho, que trabajaba allí, que quién era el que estaba pinchando. Lo que es bueno es bueno, aunque no tengas ni idea; de hecho, es mejor. Benga es otro ejemplo. Siempre he pasado de la electrónica que ponían en la tienda de discos donde trabajaba pero cuando salió este Diary of an Afro Warrior, me encantó. No sé por qué, porque es machacón como él solo pero no sé, algo tiene. Al final "Night" se convirtió en súper hit de 2007. Sin saberlo, y sobre todo, sin quererlo, me había unido a los amantes del dubstep, un nuevo género que tenía embelesados a los adolescentes de la calle. Una vez me quedé dormida de pie en el Fabric. Es muy fuerte. Una de las mejores discotecas de Europa, con uno de los mejores sonidos del mundo, "chundi, chundi" a todo trapo y yo sobando. En fin, estaba muuuy cansada y, aunque hace unos años, ya no era tan joven.
Fisherspooner
Antes de ir a Londres, "Emerge" de Fisherspooner era de lo más electrónico que me podía tirar a la cara. Ya no era música ambiental hecha con sintetizadores y samplers. Esto ya era rollo empiezo despacito para que esa peña se atrape y ahora lo subo a tope para que esa gente del dancefloor no deje de bailar... toma, toma, pastillas de goma. Un hit total. Después vendrían los jueves de drumandbass en el Bar Rumba, a los que iba cual "allí me colé y en tu fiesta me planté"; los miércoles mensuales de fiestas Audioeyes en el Russian Bar con noches memorables que a más de uno le costarán recordar; y la ocasional escapada al Fabric para que me invitasen esos que venían a mi casa a hacer pinchar techno como si fuera el after oficial de la discoteca. Esas fiestas también estaban muy bien, si no fuera porque cuando ellos llegaban a mi hogar, a mí me quedaba media hora para levantarme e ir a trabajar. Ya me podían invitar en el Fabric, ya... Ahí el "hit" eran los sapos y culebras que salían de mi boca... o los que no salían, que era peor. Suerte que antes de encontrarme en esos tugurios de Dios por Londres, ya había dejado de ser "pureta". Fue en 1996. Orbital. Toda la semana ca***dome en Orbital. Llega el concierto. Dos señores con dos linternas en la cabeza. No vamos bien. Pero empiezan a pinchar, mezclar, tocar o lo que sea y empiezo a entrar en un sueño muy bonito... Toda relajada en el velódromo con la brisa del mar... y de repente una tipa dándome con el dedo para preguntarme que por qué no me iba a dormir a casa. Primero: que no estaba durmiendo, y segundo: que al camping no me tenía que ir a nada. Y aquella que si ella no se quedaba en el cámping, que era mayor, que pobrecita yo que era pequeña... bla bla. La maldición de los 22 años. Entre mis 16 y 17 años, no hacía más que encontrarme con gente que creía que era más mayor pero que cuando se enteraban de mi edad no se les ocurría nada mejor hacer que darme consejos absurdos; lo mejor de todo es que, casualidades de la vida, todos tenían ¡22 años! Juventud divino tesoro... menos cuando se tiene.
Cuando vi a New Order en directo me dio mucha risa. La mayoría de temas me sonaban de remixes varios que ponían en las discotecas donde iban los de mi clase o me llevaban mis primas (yo me intentaba escapar, que conste), esas en las que las chicas entraban gratis y te ponían cuños fluorescentes en la mano. La de estropicios que se han hecho con esta gente, en especial con "Bizarre Love Triangle", que yo creía que la canción original era esa versión acelerada que ponían en la "disco" con una chica que cantaba como los pitufos maquinetos. A "Blue Monday" también la han explotado hasta la saciedad. Es muy socorrida para mezclar con otro tema pero si hay algo que me enerva en este mundo -además de la gente que se cuela- es la gente que se cree que ser DJ es poner dos canciones a la ver. No se dan cuenta de que eso, lo único que trae consigo es blasfemia, muerte y destrucción. Darkdancer es una obra maestra de cómo hacer temas fáciles que parezcan fáciles de hacer pero que no lo sean. Sin embargo, no me siento engañada por eso con Les Rythmes Digitales, copiar bien es muy loable pero pegármela con queso no, más que nada porque no me gusta el queso. Me había creído eso de que el grupo en realidad era un francés, Jacques Lu Cont, niño prodigio de la electrónica más bailable, el Mozart del dance, que de pequeño tenía problemas mentales y estuvo en una institución donde por las noches sólo se oía el ruido de una gota cayendo de una tubería algo estropeada. Ese adolescente que aprendió a generar ritmos en su cabeza  gracias a las gotas de agua que caían, su única compañía en las frías noches de invierno... snif snif. Pues resulta que lo he buscado en la Wikipedia porque mi memoria tiende a no ser muy fiel a la realidad, y va y que el tío se llama Stuart Price, es inglés y ahora se dedica a producir a Madonna y a los Killers, y a hacer remezclas de Coldplay. Vaya cacota, prefería la historia de antes. Si es que es mejor no saber. Hay que creérselo y punto.

2 comentarios:

  1. Hace unos años vi un concierto de versiones de Kraftwerk por un cuarteto de cuerda. No me podía haber imaginado nunca lo bien que iban a sonar! Estos señores, tan alemanes ellos, sabían lo que hacen al componer (¿es apropiado decir "componer" para música la electrónica?)
    M.G

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